El billete de cien dólares
Posted On lunes, 22 de junio de 2009 at en 15:39 by LoganInés, con el rostro abatido de pesar, se reúne con su amiga Laura en un restaurant a tomar un café. Deprimida, descargó en ella sus angustias, que el trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, los hijos, su vocación...
Todo parecía estar mal en su vida. Laura introdujo la mano en su bolso, sacó un billete de 100 Dólares y le dijo: ¿Quieres este billete?
Inés, un poco confundida al principio, le contestó: Claro Laura... son 100 Dólares ¿Quién no los querría?
Entonces Laura tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña bola. Mostrando la estrujada pelota a Inés, volvió a preguntarle “y ahora ¿lo quieres también?”
- Laura, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 Dólares. Claro que los tomaré si me los das.-
Laura desdobló el billete, lo tiró al suelo y lo restregó con el pie, levantándolo luego sucio y marcado volvió a preguntar: “¿lo sigues queriendo?”
- Mira Laura, sigo sin entender a dónde vas, pero es un billete de 100 Dólares y mientras no lo rompas conserva su valor.-
-Inés, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valiosa como siempre lo has sido... Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeada que puedas estar en un momento determinado.-
Inés se quedó mirando a Laura sin atinar con palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.
Laura puso el arrugado billete a su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó: -Toma, guárdalo, para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal. Pero me debes un billete nuevo de 100 Dólares para poderlo usar con la próxima amiga que lo necesite.- Le dió un beso en la mejilla y se alejó hacia la puerta.
Inés volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó y con una renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta.
Cuántas veces a lo largo de la vida somos tirados por los problemas, arrugados por los insultos, pisoteados por otros; en esos momentos sentimos que hemos perdido el valor, sin embargo, valemos exactamente lo mismo pues Dios mira nuestro verdadero valor, no las cosas por las que hayamos pasado a lo largo de nuestras vidas.
Todo parecía estar mal en su vida. Laura introdujo la mano en su bolso, sacó un billete de 100 Dólares y le dijo: ¿Quieres este billete?
Inés, un poco confundida al principio, le contestó: Claro Laura... son 100 Dólares ¿Quién no los querría?
Entonces Laura tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña bola. Mostrando la estrujada pelota a Inés, volvió a preguntarle “y ahora ¿lo quieres también?”
- Laura, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 Dólares. Claro que los tomaré si me los das.-
Laura desdobló el billete, lo tiró al suelo y lo restregó con el pie, levantándolo luego sucio y marcado volvió a preguntar: “¿lo sigues queriendo?”
- Mira Laura, sigo sin entender a dónde vas, pero es un billete de 100 Dólares y mientras no lo rompas conserva su valor.-
-Inés, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valiosa como siempre lo has sido... Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeada que puedas estar en un momento determinado.-
Inés se quedó mirando a Laura sin atinar con palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.
Laura puso el arrugado billete a su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó: -Toma, guárdalo, para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal. Pero me debes un billete nuevo de 100 Dólares para poderlo usar con la próxima amiga que lo necesite.- Le dió un beso en la mejilla y se alejó hacia la puerta.
Inés volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó y con una renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta.
Cuántas veces a lo largo de la vida somos tirados por los problemas, arrugados por los insultos, pisoteados por otros; en esos momentos sentimos que hemos perdido el valor, sin embargo, valemos exactamente lo mismo pues Dios mira nuestro verdadero valor, no las cosas por las que hayamos pasado a lo largo de nuestras vidas.